Autoestima e imagen corporal: Los espejos de Zara me hacen gorda.
«Hoy es mi cumpleaños. Hago 35. No sé cuándo ha pasado, pero ya están aquí…» pensaba Carla mientras se ponía las mallas para ir a entrenar. “¿Uf, estas mallas siempre me quedaron así? Con esta luz se me marca toda la celulitis… Mejor busco una camiseta más larga”.
Tras 30 minutos rebuscando en el armario, por fin llegó al gimnasio.
En la radio, una voz alegre comenta: «A partir de los 35 empieza el deterioro en la mujer…»
— Vaya, gracias, —pensó Carla, con sarcasmo.
Llega al gimnasio, camina hacia los espejos y se coloca en la última fila. Es hora de hacer sentadillas. Pero sus ojos no pueden evitar desviarse hacia la chica de al lado: unos 22 años, piel sin arrugas, shorts que le hacen un culo espléndido, y esa energía que parece infinita.
Carla baja la mirada y suspira.
«¿Qué he hecho yo mal para acabar con este cuerpo, si me cuido? Doy vergüenza ajena aquí, haciendo sentadillas como si tuviera remedio… Esto es un desastre.»
Con cada repetición, Carla siente que las comparaciones pesan más que las pesas. Una voz interna insiste en criticar cada parte de ella, y aunque intenta ignorarla, ahí está, grabándole lo que cree que nunca será.
¿Qué es la imagen corporal y por qué afecta a mi autoestima?
Si estás aquí, es porque tanto el título, como la historia de Carla te presenta.
Bien, pues la cosa está seria. Pongamos las cartas sobre la mesa: Tu imagen corporal, no es lo que ves. Está repletita de interpretación.
Tus pensamientos, emociones, comparaciones, experiencias y aprendizajes previos…. Todo eso, es lo que está pintando de marrón caca lo que ves en tu reflejo.
La imagen corporal distorsionada, pesa más de lo que crees que pesas tú.
¿Por qué me pasa esto con mi imagen corporal?
Mi última intención es que te sientas culpable… esto te ocurre no por que algo en ti este mal (que ya se por donde vas), si no porque, seas de la generación que seas, el mensaje social siempre es ‘puedes cambiar y ser tu MEJOR versión’. Pero, ¿qué pasa si quiero quedarme en esta versión? Ah, entonces eres conformista. ¿No te esfuerzas lo suficiente? Pues tú sabrás…
No vamos a echar todos los balones fuera… pero muchos si y es que las modas, las revistas, diseñadores… nos gritan como ser “más finos, más delgados, más tonificados”.
Por otro lado, aquí en el planeta no solo aprendes tu, querid@. Tus familiares y amigos también. Y habrás oido comentarios tipo “cómo vas a ir a enseñando el ombligo”, “eso no está hecho para ese tipo de cuerpos”.
La cosa no acaba aquí… si no que las redes sociales han llegado para quedarse y enseñarte todo aquello que otros tienen mejor que tu. Bien, voy a contarte un secreto: Detrás de cada sonrisa hay una lágrima y detrás de cada pose, una inseguridad.
¿QUÉ PUEDO HACER PARA MEJORAR MI AUTOESTIMA?
Si sientes que Carla eres tú… te estarás preguntando vale. ¿y qué hago con esta mierda?
Pues cambiar tu cuerpo no es, eso te lo anticipo. Empezar otra dieta no va a sacarte de este mood de autocrítica y baja aceptación.
Lo que SI qué puedes cambiar, es tu forma de mirarte. Y si no estás en el punto de empezar una terapia, puedo sugerirte que:
- Cambia la narrativa interna: Cambia “mi cuerpo no me gusta” por pensamientos menos subjetivos y sin juicio. à No me encuentro bien, pero mi cuerpo lo hace lo mejor que puede.
- Céntrate en lo que tu cuerpo HACE y no en cómo se VE. Carla, estuvo a punto de irse del gimnasio por su percepción física. Entrenar cada es un acto de autocuidado, no de autocastigo.
- Habla con alguien: Trabajar este aspecto sería fundamental para poder crear una relación más saludable contigo mism@.
Seguro que ya te has dado cuenta de que los espejos de Zara no son el problema
No, no estás condenad@ a dejar de comprarte ropa
Cambiar la relación con tu cuerpo no es algo que se pueda solucionar fácilmente de ya para ya… y eso está bien.
La relación con tu cuerpo y contigo mism@ requiere de paciencia, cuidado, cariño y sobre todo, comprensión. Como cualquier otra relación.
No eres el reflejo que ves en el espejo. Eres la suma de personas que te quieren, de cosas que haces, de todo aquello que sientes y vives. Eso no entra en ningún probador ni en ninguna etiqueta.
Tampoco que gustarte tu cuerpo todos los días, pero si que puedes empezar a tratarlo con respeto.