Ansiedad infantil. Monstruos fuera de la cama, dolores de barriga y pequeños rituales.
Carolina me llamó a la consulta con voz temblorosa. Esa mezcla de preocupación y agotamiento que conozco bien. Es la voz que anticipa que un niño no está bien.
—Hola Carolina, encantada de conocerte. Soy Patricia, psicóloga en De Mente en Mente.
—Hola… no sé muy bien qué hacer. Es sobre Lucía, mi hija. Tiene 7 años y lleva un tiempo muy nerviosa. La noto preocupada por todo y hace cosas que no entiendo.
—«Cuéntame un poco más, ¿Qué es lo que has observado?» —le dije con calma, intentando que se sintiera segura para compartir lo que le inquietaba.
—Todo empezó poco a poco. Primero decía que le dolía la barriga antes de ir al colegio, luego que le daba miedo llegar tarde… Pero ahora… se despierta antes de que suene el despertador y se queda mirando al techo, como si estuviera viendo monstruos – me contestó Carolina.
—¿Qué más has notado? —le pregunté.
—La he visto revisar la mochila tres veces antes de salir. Todo tiene que estar perfecto, y si algo le falta… bueno, es como si se quedara congelada. Empieza de nuevo y no hay manera de que se tranquilice. A veces acaba llorando y me cuesta mucho calmarla.
—Bueno Carolina, entiendo qué estés preocupada… los hijos nos duelen mucho. ¿puedes contarme qué tal está comiendo? – le pregunté con la intención de recoger toda la información posible.
—Desayunar le cuesta mucho. Dice que tiene náuseas o que no le entra nada. últimamente se lava las manos una y otra vez… hasta que me enfado un poco porque no para. No me deja salir de la cocina hasta que ve que su almuerzo está en la mochila. Todo tiene que estar bajo control o se pone nerviosa.
Carolina se tomó una pausa y continuó:
—Y cuando la dejo en el colegio… Me mira con unos ojos llenos de miedo. ‘¿Vendrás a recogerme, verdad?’- me lo pregunta todos los días. Que no hemos faltado nunca.. pero es que parece tan triste y miedosa…
La ansiedad había convertido a Lucía en una niña atrapada en un ciclo de miedo, comprobaciones y dolores físicos.
Enseguida nos pusimos a trabajar. Conocimos a Lucia, Carolina y su papá. Lo primero era entender lo que le estaba ocurriendo a Lucía.»
ANSIEDAD INFANTIL: UN MONSTRUO ENORME EN UN CUERPO PEQUEÑO.
«¿Ansiedad? ¿Mi hij@? Pero si aún es un niñ@, ¿qué problemas va a tener?».
Esa idea, aunque común, no es cierta. Los niños también tienen sus monstruos: el colegio, los amigos, la familia o los cambios pueden activar sus alarmas. La diferencia es que ellos no te dirán: ‘Esto me supera, no puedo más’. Lo expresan de otra manera: dolores de barriga, rituales de comprobación y llantos que parecen no tener explicación.”.
Sintomas de ansiedad en niños. ¿Cómo reconconerlos?
|
Físicos |
Cognitivos |
Conductuales |
|
Dolor de barriga o de cabeza. |
«¿Y si me equivoco y se ríen de mí?» |
Evitan el colegio o situaciones nuevas. |
|
Respiración acelerada, sudoración. |
«Seguro que nadie quiere jugar conmigo.» |
Realizan rituales: revisar la mochila. |
|
Tensión muscular, cansancio. |
«Mamá no vendrá a recogerme.» |
Se muestran más dependientes o inseguros. |
Ansiedad infantil: cómo entender lo que no pueden contarte
«Como padres, queremos respuestas claras, pero la ansiedad infantil no siempre se ve a simple vista. Los niños no tienen las palabras para decir: ‘Estoy agobiado’, ‘Tengo miedo a fallar’ o ‘Me siento diferente’.
En lugar de eso, sus emociones se camuflan en su cuerpo y en su comportamiento.
Entender lo que no pueden contarte empieza por reconocer las causas más frecuentes:
- Cambios en su vida: La incertidumbre es aterradora, y para un niño, cualquier cambio puede sentirse como un terremoto:
- Cambios de colegio, nuevos profesores o la llegada de un hermanito.
- Mudanzas o rupturas familiares que alteran su rutina.
- Presión por cumplir expectativas:
- «Tengo que sacar buenas notas para que mis padres estén contentos.»
- «Si no juego bien, nadie me elegirá en el equipo.»
Los niños absorben las expectativas del entorno y sienten que no cumplirlas les hará fracasar. La autoexigencia se convierte en una carga difícil de soportar.
- Experiencias negativas:
- Situaciones traumáticas como el acoso escolar (sufrido o presenciado) o suspender un examen importante pueden quedar grabadas como «peligros futuros».
- Ambiente familiar ansioso:
- Los niños son como esponjas emocionales. Si en casa perciben prisas constantes, discusiones o padres preocupados por el trabajo, los problemas económicos o los horarios, aprenderán a reaccionar igual.
Pregúntate:
- ¿Ha habido algún cambio importante en su vida?
- ¿Siente demasiada presión académica o social?
- ¿Algo le da miedo y no encuentra las palabras para expresarlo?
Poner nombre a lo que sienten es el primer paso para ayudarles a recuperar la calma.»
¿Cómo acabo con el monstruo de la ansiedad infantil?
Valida sus emociones: «Decir ‘no pasa nada’ no ayuda. Mejor: ‘Entiendo que te dé miedo. ¿Quieres contármelo?’ Recuerda: lo que para ti es pequeño, para ellos es gigante.»
Rutinas: «Menos caos, más calma. Horarios fijos y rutinas sencillas ayudan a que su mundo sea predecible.»
Respiramos juntos: «Enséñale la técnica de ‘huele la flor, sopla la vela’. Funciona mejor si lo practicáis juntos.»
Reta a los ‘¿Y si…?’: «Cuando diga: ‘¿Y si me equivoco?’, ayúdale a pensar en lo que sí puede pasar: ‘¿Y si lo haces bien?'»
Si se hace grande, pide ayuda: «Un psicólogo infantil no es un último recurso, es el camino para darle herramientas a tu hij@ y a ti.
Asique no.
No quererte, no tiene que ver con el volumen que ocupas.
Cuando te miras al espejo, no ves tu cuerpo: ves tus miedos, tus inseguridades y tu autocrítica más cruel.
Tiene que ver con tu autoestima baja y tu autoconcepto.
Respira mamá, respira papá.. esto tiene solución
La ansiedad se entiende, se gestiona y se vence
¿QUÉ PUEDE HACER UN PSICÓLOGO INFANTIL?
Si ves que su comportamiento
cambia, que evita situaciones o que los miedos se intensifican, es hora de
pedir ayuda. Un psicólogo infantil puede ayudarle a:
- Identificar y expresar sus emociones.
- Aprender estrategias para gestionar el
miedo y la ansiedad.
- Mejorar su día a día y el ambiente
familiar.
En DMEM también
trabajamos con vosotros, los papás y mamás, porque vuestra calma es clave en su
recuperación.»