Fisioterapia: Mi espalda me odia y no la culpo

Dolor lumbar. Dolor de cuello y espalda

Todo empezó de forma sutil. 

Una pequeña molestia en la parte baja de la espalda después de un día largo. Al principio pensé: ‘Será la silla, será el colchón, será que ya no tengo 20 años’. Pero poco a poco, el dolor se fue instalando, como una notificación que no sabes cómo quitar: molesta, insistente y agotadora

El cuello fue el siguiente.
Sentía una presión constante, como si alguien estuviera apretándome con las manos.
Las mañanas eran una tortura: despertarme rígido, intentar girar la cabeza y notar cómo los músculos crujían como una bisagra oxidada.

La fisioterapia fue mi primer recurso, claro.
Sesiones para relajar la zona, mejorar la postura y fortalecer.

Pero entonces, en mitad de un masaje, el fisio me soltó: ‘Tu espalda está cargada de estrés. Esto no es solo físico. Es como si llevaras el peso del mundo aquí’. Y tenía razón.

Resulta que el problema no era solo mi espalda ni mi cuello. Era mi mente.

Eran las noches sin dormir repasando listas infinitas, los “tengo que” y “debería” que me taladraban el cerebro y la ansiedad que acumulaba en silencio.
Mi cuerpo simplemente estaba hablando de lo que estaba sin solucionar en mi cabeza.

Fue ahí cuando entendí que necesitaba algo más: necesitaba trabajar de forma integral mi salud física y mental..

¿QUÉ CAUSA DOLOR DE CUELLO Y ESPALDA?

«El dolor de espalda y cuello no da tregua: está en tu sofá, en tu cama y te persigue en cada movimiento como un recuerdo incómodo. ¿Por qué? Porque entre el estrés, la ansiedad y tus hábitos diarios, le estás poniendo la alfombra roja.

  1. Eres una bola de estrés (y lo sabes):

Cuando te preocupas, tu cuerpo se tensa. SI partimos de la idea de que la ansiedad es la emoción que te prepara para la acción (atacar o huir) es lógico que, si la sentimos todo el día, nuestros músculos estén tensos. Los hombros suben, el cuello se tensa y tu espalda se convierte en una tabla rígida. ¿Resultado? Contracturas de campeonato.

  1. Postura de «goblin» todo el día:

Horas delante del ordenador con la cabeza adelantada como si quisieras darle un beso a la pantalla. Sumemos el tiempo mirando el móvil. ¿Conclusión? Tu cuerpo está hasta el moño de tus posturas.

  1. Respiras como si te persiguiera un león:

El estrés hace que respires rápido y superficial, lo que añade tensión a los músculos del tórax y espalda. Si a eso le sumas apretar los dientes por las noches (hola, bruxismo), el dolor de cuello está asegurado.

  1. Te mueves menos que un ficus:

El sedentarismo es el mejor amigo del dolor. Si pasas del escritorio al sofá y del sofá a la cama, no esperes que tu espalda te dé las gracias.

¿Puede el estrés y la ansiedad causar dolor de cuello y espalda?

La respuesta rápida es Sí.  El estrés y la ansiedad pueden ser los grandes culpables de tu dolor. La relación es bidireccional: el estrés contribuye a la tensión muscular en el cuello, hombros y zona lumbar. Y ojo, porque el dolor crónico también puede agravar los síntomas de ansiedad y depresión.»

Si nos ponemos técnicos, se considera que del 30 al 60% de los pacientes con depresión presentan algún tipo de síntoma doloroso significativo.

Si de por sí, ansiedad y depresión son primas hermanas y casi que van de la mano… con el dolor crónico tenemos la combi completa.

Te dejo estos artículos por si quieres leer más:


Trastorno de ansiedad y dolor crónico: múltiples manifestaciones de un núcleo fisiopatológico y clínico común.

Estrés psicológico y problemática musculoesquelética: Revisión sistemática

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Si al fisioSi al psicólogo

¿Qué puedo hacer para aliviar el dolor de espalda y cuello?

Lo primero que te voy a decir… ya lo sabes. Ve al fisioterapeuta.

Aún así, por si te pilla en domingo a las 19.00 horas…

  1. Empieza a moverte (pero sin venirte arriba)
    Haz pausas activas cada 30 minutos si trabajas frente al ordenador. Ponte de pie, estira los brazos, haz círculos suaves con el cuello y gira la cintura.

     

  1. Pide cita con el psicólogo
    Si aprietas dientes, no duermes o te pasas el día preocupándote, es hora de cuidar también tu salud mental.
  1. Mejora tu postura (no más “modo gárgola”)
  • Frente al ordenador: Trata de poner la pantalla la altura de tus ojos. Si trabajas con el portátil, usa un soporte o apila libros.
  • En la silla: Mantén los pies apoyados en el suelo, la espalda recta y un cojín pequeño en la zona lumbar si necesitas apoyo extra.
  • Con el móvil: Levántalo a la altura de los ojos, como si fueras a leer una noticia muy importante. Nada de mirar hacia abajo como si el móvil pesara 10 kilos. ¿Qué te pesan los brazos? Pues a lo mejor llevas demasiado tiempo deslizando.
  1. Practica la respiración y relaja tu mente
    Sí, respirar mal también afecta a tu espalda. La respiración superficial tensa los músculos torácicos y añade presión a la zona dorsal.
    Prueba la respiración diafragmática. Actividades como yoga y pilates pueden ayudarte con esto.

     

  1. Cuida tu descanso (el sofá no es tu amigo)
    Usa un colchón firme que se adapte a tu espalda y una almohada que mantenga tu cuello alineado.

En DMEM siempre apostamos por los pequeños cambios para conseguir grandes cosas.
Muchos problemas de salud, tanto física como mental, vienen derivados de hábitos poco saludables.
Rutinas constantes y estables que afectan a tu salud

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