Rabietas: El show empieza y tú sin palomitas... ni salida de emergencia.

rabietas infantiles

*»Son las 6 de la tarde, llevo todo el día corriendo y aún tengo que ir a hacer la compra con Javier para la cena.
Intento no pasar por el pasillo de los dulces, pero Javier se me escapa y aparece con un paquete entre las manos.

— No, Javier, ya hay muchas galletas en casa. No necesitamos más —digo con un tono calmado.

Javier hace como si no me hubiera escuchado y mete las galletas en el carrito. Yo, desgastada ya de tanta lucha y desafío constante, las saco.

— He dicho que no. Llévalas a su sitio.

— ¡NO, NO, NO! —empieza a gritar Javier.

— Javier, no grites. No te voy a comprar las galletas.

 

Debí de decir las palabras al revés porque, acto seguido, Javier se tiró al suelo y empezó a dar patadas mientras gritaba aún más fuerte.

La situación, aparentemente, se había convertido en lo más interesante del supermercado porque todo el mundo se paraba a mirar… o al menos eso me parecía a mí.

Empiezo a sudar de los nervios.
«¡Qué vergüenza me hace pasar este niño!».
«¿Dónde habrá aprendido a hacer estas cosas?
«Es que me desquicia, de verdad».
¡No puedo más!»

— Javier, levántate ya, que nos vamos.
¡Te quedas sin estas galletas y sin las que tienes en casa! —le digo con firmeza, aunque mi cabeza va por otro lado – «¿Debería haberle comprado las galletas? ¿Qué piensan de mí estas personas? ¿Estoy fallando como padre/madre?.

Al volver por otro pasillo, dos señoras comentan, suficientemente alto para que yo lo oiga, que cuando ellas eran madres, sus hijos no se atrevían a hacer ese tipo de cosas.

— Si quiere darme su receta de la educación y su premio de buena madre, está a tiempo, señora —murmuro entre dientes.

Agarré las bolsas y a Javier y salí lo más rápido que pude, con un nudo en la garganta y un poco de desesperación.

— Métete en el coche, Javier. Ya hablamos en casa.

Mientras conduzco, no puedo dejar de pensar: «¿Esto es normal?,
¿Es solo una rabieta o algo más?
¿Cómo se supone que debo manejarlo sin volverme loc@?

Si este escenario te resulta familiar, no estás sol@. Las rabietas son desafiantes, pero también son una ventana a las emociones de tu hij@ y a cómo puedes ayudarle a gestionarlas.

Vamos a ver por qué ocurren y, lo más importante, qué puedes hacer para enfrentarlas sin perder la calma ni tu paciencia.

Niño en medio de una rabieta agarra la pierna de su padre

¿Por qué mi hijo tiene rabietas?

Cuando tu hijo/a se tira al suelo, y grita como si no hubiera mañana, es fácil pensar que lo hace para desquiciarte. 
Pero no.

Las rabietas no son una estrategia maquiavélica de tu pequeñ@ genio del caos.

Las rabietas son muy comunes entre los 2 y los 5 años, esa etapa en la que están descubriendo que tienen una voluntad propia
(spoiler: les encanta usarla).

Pero aquí está el truco: mientras aprenden que quieren cosas distintas a lo que tú decides, aún no tiene las herramientas para manejar emociones grandes como la frustración.

 

Detrás de una rabieta, lo que suele haber es:

  1. FRUSTRACIÓN: Quieren algo y no lo consiguen, pero no entienden por qué.
    Esa desconexión entre lo que desean y lo que ocurre puede ser devastadora cuando no saben cómo manejarla.

  2. HAMBRE: ¿Te ha pasado que después de un día agotador y sin comer algo sientes que el mundo está contra ti?.
    Ahora imagina vivirlo siendo un niño pequeño, 
    sin las palabras ni la experiencia para decir: “Estoy agotada@” o “tengo hambre”.
    En su lugar, gritan, lloran o simplemente pierden el control.

    Muchas rabietas tienen más que ver con el malestar físico que con un problema de comportamiento.
    Si el tanque está vacío, la paciencia también lo está.

  3. DESEO DE AUTONOMÍA: Quieren hacerlo todo solos, pero no siempre saben cómo.
    Muchas veces sus deseos de autonomía están a años luz de sus capacidades en ese momento.

Esto es importante conocerlo porque… a veces como padres nos echamos las culpa…

Pero la realidad es que tu hij@ está creciendo y necesita tu ayuda para aprender a manejar todo lo que siente (aunque en el momento no lo parezca).

Rabietas ON, Paciencia OFF

Te ayudamos a ver la escena sin perder los papeles

Rabieta modo ON. ¿Qué hacer para apagar el fuego sin quemarse?

  1. Mantener la calma: Si vas pensando que tu eres el reflejo emocional de lo que el percibe, lo que tu hagas es lo que le estás diciendo que debe hacer. Respira y cuenta hasta infinito si hace falta. Pero no puedes pedirle a tu hijo que gestione sus emociones, si tu no haces lo mismo con las tuyas.
  2. Valida sus emociones:
    A veces, un simple “entiendo que estás enfadad@” puede hacer más que mil “cállate ya”. Hazle saber que reconoces lo que sientes, aunque no estés de acuerdo con su reacción.
  3. Sé firme con los límites:
    Validar emociones no significa ceder. Si dijiste que no, sigue siendo no, pero sin gritar ni amenazar. La firmeza calmada es clave: “Sé que te molesta no llevar las galletas, pero hoy no las vamos a comprar”.
  4. Cuando logren calmarse, reconoce su esfuerzo: “¡Qué bien lo has hecho tranquilizándote! Estoy orgullos@ de ti.” Esto refuerza la idea de que pueden manejar sus emociones.

No nos vamos a engañar, habrá veces que no va a funcionar… como nosotros ya de adultos, a veces también estallamos.

Nuestros hijos no son perfectos, pero saber que hacer para trabajar con ellos, hace que al final, los chavales aprenden a gestionarse.

Igualmente, esto es un trabajo del día a día y cada rabieta es un mundo.

¿Son sólo rabietas o hay algo más?

En general, las rabietas son incómodas, pero frecuentes en el desarrollo de los niños.

¿Cómo saber si son solo una etapa o si necesitan un poco más de atención por parte de un psicólogo infantil?

Imagina que tu hij@ está constantemente irritable y tiene rabietas diarias, pero además empieza a tener miedo a ir al cole..
Pues esto podría indicarnos que además de frustración… hay otras dificultades añadidas.

Aquí tienes algunas señales que pueden ayudarte a entender mejor lo que ocurre y decidir si es momento de mirar más a fondo.

  1. Rabietas muy frecuentes o extremas:
    Si ocurren varias veces al día, duran más de lo habitual o parecen completamente fuera de control, podrían estar reflejando algo más que un mal momento puntual.
  2. Golpear, morder o lanzar cosas no es solo frustración; puede ser su forma de expresar emociones más profundas como el miedo o la inseguridad.

3.      Impacto en otras áreas de su vida:
Cuando las rabietas empiezan a afectar su relación con otros niños, con los adultos o incluso en el cole… tenemos que prestar atención.

4.      Cambios en su comportamiento general: Retraimiento, tristeza constante o rechazo a actividades que antes disfrutaba pueden ser pistas de un malestar emocional más profundo.

Estas señales no significan que estés haciendo algo mal, ni que haya nada grave. Pero tampoco conviene dejarlo pasar.

A veces, los pequeños solo necesitan un poco más de apoyo para entender y manejar lo que sienten y en DMEM podemos guiarte si quieres.

¿Necesitamos ayuda de un psicólogo infantil?

Esto es un tema tabú.
Muchas veces entra en conflicto con ideas que tenéis los papás y mamás.

Nosotros entendemos los miedos.
Miedos a las miradas y los comentarios fuera de lugar…
Miedo a que otros opinen que no sois capaces de criar a vuestros hijos correctamente…

La realidad es que cuando te pones en manos de un psicólogo infantil para trabajar la crianza, lo que estás haciendo es armarte de valor. 

Afrontar y resolver

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