Estrés: El sprint diario hacia el abismo

mujer con estrés y ansiedad

Suena la alarma a las 7:00. 

La apago – «Cinco minutos más, me digo». 

Abro los ojos inmediatamente…- «¡cómo se me ocurre!» – pienso mientras salto apresurada de la cama, con la sensación de que el día me está ganando antes de empezar. 

El estrés ya está aquí, esperándome como un viejo conocido que no sabe irse.

El café se enfría mientras intento terminar un email urgente, respondo un mensaje de trabajo y busco la camiseta del uniforme que mi hija necesita para hoy… que, por supuesto, está sin planchar. 

Me doy cuenta de que tengo dos reuniones programadas a la misma hora – «Genial».

En ese momento, una mamá en el grupo del cole empieza a escribir: “Hoy tocaba llevar fruta” – «¡Fruta!»… Yo he mandado galletas. ¡Mierda!» – El estrés se multiplica.

A las 11:00 ya estoy sudando sin haber pisado el gimnasio. Tengo una lista interminable de cosas por hacer, y la mitad no las voy a conseguir ni hoy, ni mañana, ni esta vida. 

Me siento como si estuviera en una cinta de correr

A mediodía, me doy cuenta de que llevo respirando como si acabara de terminar un maratón desde que me desperté. El cuerpo está en modo “alerta máxima”, empujado por el estrés, pero no tengo ni idea de hacia dónde estoy corriendo. 

único que sé es que el día no me da tregua, y yo sigo sin llegar a nada.

Estrés: “El botón rojo sin retorno”.

Si has respondido “Si soy” al leer la intro, es que conoces fuertemente como se activa el estrés en tu cuerpo. Sin embargo, voy a dedicar unas líneas a comentarte cómo funciona y qué es el estrés.

Necesitamos diferenciar entre estrés agudo (aparece como una reacción que te ayuda a afrontar situaciones complejas y exigentes y desaparece tras la demanda) y estrés crónico (el que viene para quedarse y hace que tu cuerpo esté ON tooodo el tiempo.

Estrés vs ansiedad: Dos caras de la misma moneda

No es lo mismo, pero se llevan bien.

Ambos son respuestas a posibles amenazas o desafíos.

Ambos son necesarios en nuestra vida y adaptación.

La diferencia es que la ansiedad es una emoción cargadita de incertidumbre y pensamientos de “algo malo va a pasar”.

Muchas veces, se activa ante situaciones imaginadas…

El estrés suele tener un activador más concreto y circunstancial y va más asociado a una demanda de recursos.

Respira, Pausa y sigue

A veces, respirar mejor reduce el ahogo

Síntomas del estrés: Señales que no debes ignorar

*»Si crees que puedes estar pasando por una etapa de estrés crónico, es posible que tu cuerpo te esté hablando y no le estés escuchando.

Aquí te dejo algunas señales que pueden indicar que esto está ocurriendo:

Síntomas físicos:

  • Dolores musculares, especialmente en el cuello, hombros y espalda.

  • Dolores de cabeza recurrentes.

  • Problemas de sueño: o no puedes dormir, o te despiertas a las 4 am con mil cosas rondando tu mente.
  • Fatiga constante, aunque duermas horas de calidad (si es que puedes).

  • Problemas digestivos: hinchazón, acidez o ese ‘no sé por qué, pero mi estómago está revuelto’.

Síntomas emocionales:

  • Irritabilidad: no te soportas ni tú… y te das cuenta.

  • Te sientes abrumad@: el mundo te pide más de lo que puedes dar.

  • Cambios de humor: la risa te da ganas de llorar.

Síntomas conductuales:

  • Comes más de la cuenta (o nada).

  • Te cuesta concentrarte.

  • Procrastinas tipo… ‘ya me lavo los dientes mañana’.

  • Te aíslas: evita llamadas, contesta mensajes y hasta a ti mism@.»

Entonces… ¿tengo estrés?

*»Si te vas a la cama pero tu cabeza ha decidido repasar todas las conversaciones que tuviste hoy (y las que vas a tener durante todo el mes…), posiblemente el estrés esté ocupando más espacio en tu vida del deseado.

Si mentalmente ‘asesinas’ a las señoras que caminan lento por la calle o quieres gritarle al microondas porque tarda demasiado en calentar tu café… estás en el sitio correcto ahora mismo.»

¿Si tengo estrés… Qué hago? Gestionando el estrés

Esta es la pregunta perfecta. 

Es hora de tomar acción para dejar de correr sin rumbo.

Te cuento cómo podemos empezar a gestionar el estrés:

  • Para y respira

Cuando sientas que el estrés está apretando, literalmente para y respira. Inhala por la nariz contando hasta 4, aguanta la respiración contando hasta 6 y exhala lentamente por la boca contando hasta 5. Repite esto unas cuantas veces.

  • Prioriza

Seguramente, tu agenda está petada con horarios imposibles y tareas para ocupar al barrio entero. Bien, subraya las 3 cosas más importantes y cuando termines, vuelve a mirar. Antes no.

  • Aprende a decir NO

Si eres una persona complaciente, tienes que empezar a decir NO. Si no te sale, coge el espejo y repite: NO, NO, NO, NO. Verás que el tiempo para ti empieza a aumentar.

  • Modo avión

A veces, cuesta no prestar atención a las notificaciones. Empieza a poner el modo avión de vez en cuando por periodos de tiempo. Si no quieres contestar un WhatsApp, empieza a NO hacerlo”

  • Busca ayuda

Si se te hace bola la situación, compártelo. Deja que las personas te den nuevas perspectivas y reduce la presión antes de que te explote la olla. Si no crees que tienes un círculo seguro para compartir, iniciar terapia psicológica puede ser una buena opción.

Recuerda, el estrés no es tu enemigo, pero si le das el control, puede convertirse en uno. No tienes que correr un sprint diario hacia el abismo. A veces, lo mejor que puedes hacer es parar, respirar y seguir adelante a tu ritmo.

Si sientes que necesitas ayuda para manejar el estrés, en DMEM te acompañamos.

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